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Cajón de sastre



Al revisar mis archivos fotográficos, he encontrado varios proyectos, unos olvidados, otros en proceso y algunos ya concluidos. Una de las razones de esta proliferación desmedida de archivos es hacer de la ciudad un lugar preferente de trabajo.

El espacio urbano ofrece un sinfín de posibilidades que pueden distraerte del propósito fotográfico con el que sales a la calle.


Tener un proyecto y salir decididamente a trabajarlo, exige tal concentración que durante muchos días no puedes poner la mirada en otro sitio. “Vive tu momento, que nada contamine la mirada cuando estés con un proyecto”, consejo de Francisco Morales, fotógrafo de importantes revistas de moda, a quien compré mi primera cámara full frame.


Volviendo a mis archivos, compruebo que no es un consejo fácil de seguir. Abstraerte en la ciudad, buscar un rincón de introspección, que nada derrumbe la muralla, es una tarea complicada. Tu mayor enemigo eres tú.


No poner a dieta la cámara en un escaparate repleto de tentaciones fotográficas, hace que los proyectos se alarguen en el tiempo o se diluyan como un azucarillo en un vaso de agua. Carpetas, archivos, ¡aquí nada se tira, todo sirve! y más carpetas concebidas sin avisar…ahí quedan, en espera de ser útiles algún día.

La glotona digitalización de la fotografía incita a degustar cualquier dulce que se ponga a tiro de cámara.


Hace tiempo decidí concretar mis salidas en algún proyecto, que me sirviera para ensayar y evolucionar nuevos caminos, y no para atragantar el escritorio del ordenador con archivos que engordan los insaciables discos duros.


Hoy traigo un par de imágenes de un proyecto abierto. La primera está tomada en las oficinas de MIRAT, Av. de la Aldehuela; la segunda en la calle Azafranal, a la altura de lo que fue la librería Cervantes. Busco ese momento del día en que la sombra se transforma en una figura geométrica casi perfecta.

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